Comentario
Que conste. No es aprensión, lo que alimenta mis iniciales reservas. *Conozco
bien a Señor No*. Sé que, hagan lo que hagan, lo harán con todas las de la
ley, honorablemente. Lo que ocurre, es que soy esclavo de su magnitud
eléctrica. Emanan de mi memoria ahora mismo numerosos fragmentos de trance,
genuinos estados de gracia experimentados ante el espléndido espectáculo que
supone testimoniarlos en vivo y con toda la carne en los amplificadores. Y
me pregunto, ¿por qué a la hora de lanzar un disco en directo lo hacen en
formato semiacústico, privándonos, en la teoría, de algo por otro lado
imposible, contar con un documento que transcriba fielmente la excipiente
intensidad de un contacto físico sin límite de decibelios
Grabado en el popular garito donostiarra Bukowski ‹condenado a la
desaparición por la especulación inmobiliaria‹, **el unplugged de Señor No**
revisa a bajo voltaje, únicamente en el plano técnico, temas escogidos de su
catálogo («Otro lugar» de «Señor No»; «El diablo está caliente» de «No
Mundo»; «Mujer salvaje» y «Llámame» de «Siempre Te Diré Que No»; el single
«Está bien/Perra»), y saca a colación cuatro novedades en clave de r&b (las
instrumentales «Bukowski» y «Chinaski», «Algo que recordar», «Crawling up a
hill» de John Mayall).
Sin ánimo proselitista, asumo una vez inspeccionado el percal que en
ausencia de **Señor Si** nos habríamos perdido algo tan deseable como el álbum
enchufado en directo que nos siguen adeudando. Se accede aquí a una nueva
dimensión del señorío, donde, atemperado, elegante, el clímax no aminora.
Acaso muta, proyectando inédita iluminación sobre estas rudas historias de
nocturnidad y desesperado romanticismo, incentivando al oyente a deleitarse
con la aclimatación de la sección rítmica a esa vertiente que sin dejar de
ser r&r se quiere más lírica y cercana; a disfrutar con más claridad de unas
letras todavía pendientes del reconocimiento que merecen; a la limpieza de
los punteos y la desnudez de la voz; a los nuevos arreglos y la exaltación
sin efectos de un sentir puro y vivencial. Quién sabe si aquí se encontrará
la clave para que aquellos que no comulgan con su faceta más belicosa,
descubran la realidad de un grupo enorme como la vida misma.
JAIME GONZALO