Bar Puerto | Dúo de altura
El cantautor Mikel Urdangarin y el compositor Bingen Mendizabal se asocian en un proyecto de folk conceptual.
**ÓSCAR CUBILLO**
FOTO: **MAITE BARTOLOMÉ**
Apetecible reunión de talentos la de Bar Puerto. Por un lado, está el creador de bandas sonoras cinematográficas Bingen Mendizabal (38 años, de Vitoria), y por otro, el cantautor más exitoso surgido en Euskadi en los últimos tiempos, Mikel Urdangarin (29 años, de Amorebieta).
Primero, presentemos a Mendizabal, cuyo currículo se inicia con el grupo Nahiko, se adorna con su función asalariada en Hertzainak –a cargo de teclados y violín–, toca La Polla, por ejemplo, y se remata con las corrientes BSO, firmando, entre otras, las de Alas de mariposa, Éxtasis, Bajo la piel, Visionarios o Airbag, película ésta taquillera donde las haya. ¿Te pagan royalties en porcentaje de los beneficios, Bingen? «Cobro derechos de autor y, en teoría, cuanta más gente ve la película, más se recibe».
Luego está el popularísimo Urdangarin, quien, tras unos inicios bertsolaris, ha alcanzado la fama absoluta con su tercer disco, Espilue, del que ha colocado más de 20.000 copias y que ha presentado más de sesenta veces en el año 2001. «Para serte sincero, tenía buenos augurios tras ver la recepción de los directos del disco anterior. Noté que había enganchado, que se había establecido cierta comunicación entre el público y yo, pero la respuesta nos ha sorprendido a todos».
Y ahora, Mikel cesa temporalmente en su trayectoria de cantautor para ponerse las pilas. «Esa faceta está aparcada por este proyecto, pero no lo abandono: sigo siendo solista y tengo canciones que ofrecer, pero ahora hay que impulsar y defender Bar Puerto a muerte. Descanso de lo otro porque lo necesito para reflexionar sobre cómo reemprender la andadura».
Ambos se conocieron en el Segundo, un bar vitoriano que celebra jams semanales en las que participan instrumentistas como Bingen o el también ex Hertzainak Josu Zabala. Un día apareció Mikel, se convirtió en habitual de estas reuniones, surgió la amistad, empezaron a jugar al squash –recalca el chicarrón de Amorebieta– y, entre otras movidas, idearon la de Bar Puerto.
Expone Urdangarin: «Teníamos ganas de confluir en un trabajo y, sobre todo, de tocar en directo. Bar Puerto parte de una colaboración anterior mía con Kirmen Uribe, el precursor de la historia. Se trataba de un acto audiovisual con narrativa poética y testimonios documentales. A finales de la primavera de este año, le comenté a Bingen que me apetecía grabar un disco que reflejara la idiosincrasia de un pueblo pesquero, y ahí nació el proyecto». ¿Y el nombre? «La idea del disco es partir de un sitio, en este caso, un pueblo pesquero, y abrir- se al mundo, igual que un barco al zarpar. Y un Bar Puerto existe en todos los puertos del mundo».
Para completar la banda, primero buscaron la base rítmica y se fijaron en Asier Holeaga (el de Ortophonk) y Josu Izagirre, «que tocan bastante jazz, groove y acid jazz, llevan tiempo juntos y conforman una base muy sólida e imaginativa». Luego, echaron el lazo a Aitor Rubio, guitarrista que había acompañado a Mikel, y, para integrar la faceta folk, llamaron al acordeonista Josu Zabala, ex Hertzainak y 7 Eskale, más Alex Ruiz de Azua. Dice Mikel: «Les ofrecimos un proyecto ilusionante en el que también se pedía implicación, porque creo que es obligatoria, y han cumplido con creces. Desde el día que nos juntamos ya sonaban las canciones, lo cual es muy gratificante para un músico».
Sin embargo, ambos reconocen que no hubo mucho tiempo para ensayar. Además, Bingen añade que no es un álbum muy arreglado, sino fresco. «Queríamos hacer un disco bastante directo, y eso se nota. La grabación busca reflejar un concierto. Estamos tan acostumbrados a oír discos tan producidos y arreglados que desvirtúan la canción».
Un trabajo evocador
Mikel ofreció el proyecto a su actual sello, Gaztelupeko Hotsak, a finales de mayo, que lo aceptó tan contento. Y bajo este lábel se ha editado el homónimo Bar Puerto, un disco desnudo, con la sonoridad céltica de Urdangarin, bastante sustrato folk protoeuskaldun heredero de Lertxundi y ciertas reminiscencias con 7 Eskale que ellos no ven tan claras, con la excepción, quizá, de que «está Josu Zabala, y eso lo convierte en un nexo debido a su toque personal al acordeón».
Además, el ligero, folklorista, evocador y evanescente Bar Puerto desarrolla un argumento claramente conceptual que explica Mikel: «Intenta plasmar un viaje de ida y vuelta desde el interior a un pueblo pesquero, y hay varios retratos de sus habitantes que expresan formas de pensar o aspectos de la vida: placeres, preocupaciones… Es conceptual porque tiene un aire de banda sonora que gira alrededor del pueblo, creando un microcosmos musical y letrista. Trata de reflejar ese pequeño mundo que se da en los pueblecitos».
Para acabar, es necesario destacar que Bar Puerto no tiene fecha de caducidad, sino que es un proyecto que se puede retomar en función de la agenda de cada integrante y de la inspiración, que viene y va. Por el momento, nuestros protagonistas van a ofrecer un montón de conciertos, estrenándolo oficialmente mañana en el Getxo Antzokia. «Yo espero dar menos recitales de los que di el año pasado –suspira Mikel–, pero lo presentaremos bastante. Somos privilegiados porque tocaremos en bastantes sitios donde los conciertos, sin ser teatrales, tendrán una escenografía muy cuidada».