El grupo gasteiztarra "Malatu" acaba la grabación de su primer disco
El afluente es Anastua. Tres nuevas melodías se unieron a la extinta banda para formar Malatu, un crisol de influencias que ahora derrama brillos en su primer disco. Swing, jazz, bossa, raíz africana... Muchos reflejos para un caudal que disfruta cada giro.
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Eguna: | 2010/04/13 |
David Mangana. Gasteiz
Hay un condicionamiento básico a la hora de grabar un disco. Es el tiempo. No el tiempo que separa las notas. Ni el que va desde el registro de un disco hasta el siguiente. Es el tiempo en su faceta económica. Porque, en un estudio, tiempo es más que nunca cruento sinónimo de dinero.
Malatu se ha tomado su tiempo. Porque, en su caso, el tiempo amortiza. La grabación del primer disco de la banda gasteiztarra -a medio camino de Lenitz Gatzaga- se ha extendido hasta dos años de trabajo. Sin prisas. Dejando que los temas respiraran. A fuego lento. A juego lento. Porque las notas no han dejado de bailar en el pentagrama de este septeto adicto a la música fluida y envenenada de influencias.
El cauce de Malatu fluye como un manantial, pero nace de un afluente, del que regó, entre 2003 y 2004, la música de la banda Anastua. En ella batían sus instrumentos Luis Barrón (percusión), Inaxio Gabilondo (voz y armónica), Txefe Ferroni (saxo) y Mikel García (guitarra eléctrica). Tocaron y grabaron incluso el tema del AEK Eguna de Abetxuko, pero tras un año de música cerraron estuches.
Estuches que ejercieron de crisálida. Dos años después, la cantante y pianista de la Gasteiz Big Band, Laura Ortega, se unía a los extintos Anastua y, poco después, lo hacía Alberto de la Casa, con sus cuatro cuerdas. Y, del afluente al manantial, todo fueron suaves meandros. "No costó nada adaptarnos", explica Mikel García, "son todos músicos experimentados y nos hemos acoplado muy bien".
Bossa, swing, ritmos africanos... Son muchas las gotas que alimentan el río, tantas que Gaztelupeko Hotsak "no han sabido ubicarnos en un estilo", bromea Mikel. Y es que, tras unos años de acoplamiento, es el momento de que el agua coja surco. Malatu edita su primer trabajo, un primer proyecto, homónimo, que pese a sus mimbres autoproducidos ha salido finalmente con la discográfica vasca. "Antes de sacarlo nosotros, nos dimos un paseo por las discográficas", recuerda Mikel, "y Hotsak es la que mejores condiciones nos ha dado; además cuida mucho la calidad de su música".
Un séptimo elemento se ha unido a las materias primas de Malatu en los últimos tiempos. Nando de la Casa pone teclados y maneja otras teclas, las de la producción, en este estreno largamente cuidado por la banda. "Al tener los medios hemos andado sin prisa", reconoce Mikel, "y por una parte se ha hecho eterno, pero a la vez nos hemos dado cuenta de que la música ha salido ganando".
Con tranquilidad, sin esa prisa por reducir las horas de estudio, las canciones han ido madurando en el local, han crecido aceptando los arreglos de forma natural. Han madurado, a base de ensayos y pruebas, antes de imprimirse en digital, llegando ahora al formato de disco en su mejor forma.
Canciones como, por ejemplo, Ekialdeko dantza, donde Malatu explota ese sonido "de Europa del Este", en la onda de Kusturika. Canciones como Ana Parisen, un instrumental -hay tres en el disco-donde explota la fusión enhebrada desde lo jazzístico, preñada de cajón flamenco. Canciones como Sugea kantoian, una bossa que se deja seducir por el tumbao latino.
Hay canciones para todos los gustos. Tantos como los que se dan cita en el imaginario de cada uno de los intérpretes que integran la banda. Una banda que, ante todo, se deja llevar por la música, porque "la esencia de Malatu siempre ha sido la improvisación, en directo funcionamos como un grupo de jazz", explica el guitarrista.
Y el directo llevará pronto estos nuevos temas -parte de ellos heredados de Anastua- hasta el público, que tiene ya dos citas con el septeto. La primera de ellas, el 5 de junio, en la presentación oficial del disco en la sala Jimmy Jazz. La segunda, el 20 de mismo mes, arropando a la ikastola Lautada en la celebración del Araba Euskaraz.
Porque el euskera es la lengua que transmite las ideas en los versos de Malatu, trazos que en breve surcarán los equipos de música y los escenarios, incluyendo en su set list versiones-homenajes a Mikel Laboa y Paul Desmond. Porque en el río siempre se navega en compañía.