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jazz con kaiku, txapela y albarcas

En su sexto concierto, el sexteto vasco-navarro-aragonés llevó las divagaciones de Laboa hasta el ámbito moderno y radical de Nueva Orleans en un atento Social de Basauri que acabó participando en el happening percusionista


Iturria: El Correo
Eguna: 2018/11/15

OSCAR CUBILLO

Con el respetable sentado en butacas sobre el propio escenario del Teatro Social Antzokia de Basauri y ante el sexteto dispuesto en semicírculo panorámico, tan cinemascope que era imposible abarcar de un vistazo desde el trompetista vestido con kaiku Ion Celestino (San Sebastián, 1982) hasta la vocalista calzada con albarcas Nerea Erbiti (Leiza, 1980), Lurpekariak dieron el sexto concierto de su andadura, el primero tras la edición de su álbum de debut 'Itsasotik iturrira / Del mar a la fuente' (Errabal), y a pesar de la dificultad de su propuesta lograron interpretar sin necesidad de mirar ninguna partitura (y eso que ese miércoles había una baterista suplente: Rakel Arbeloa, Oibar, Navarra, 1991, sustituta del titular Israel Tubilleja, Zaragoza, 1978), abducir al público atentísimo y lograr que éste participara en el happening final percusionista con panderetas y otros adminículos que le cedió el grupo, más sus propios zapateados, palmas y golpes con las sillas a cargo de las damas más animadas.

Lurpekariak, juego de palabras traducible como Los Subterráneos, se atreven con una alineación inusual, un sexteto con todos los componentes licenciados superiores en jazz: trompeta, voz, dos baterías (compartían el bombo y se miraban frente a frente la mentada sustituta Rakel y el otro titular, Daniel Lizarraga, Pamplona, 1988), dos contrabajos (los de Javier Callén, Huesca, 1980, y del tocado con txapela Ander García, Barakaldo, 1978, exdantzari que algún paso se marcó en el happening). Con tales mimbres, o aperos, o instrumentos, elaboran lo que ellos definen como «música arcaica del futuro», una suerte de jazz rural marcado por Laboa (la voz femenina lánguida, distraída, dolida, aguda, siempre juguetona…) y cuyas improvisaciones parecían emerger desde Nueva Orleans (por la trompeta, por las ambientaciones palúdicas y misteriosas), unas improvisaciones que nunca parecieron de relleno.

El público atento al semicírculo panorámico del sexteto.
El público atento al semicírculo panorámico del sexteto. / Gaizka Azkarate

Su concierto (de jazz sin partituras, insistamos en el detalle) duró 75 minutos exactos (contando los dos y pico de saludos finales) para una docena de piezas consignadas en el bis que prácticamente recorrieron íntegramente el debut 'Itsasotik iturrira / De la mar a la fuente'. La única pega que se le puede poner es que los ejecutantes reprimieron la pegada necesaria en el jazz y parecieron dejarse embargar por la ceremonia canónica, como en una audición de conservatorio (a veces se sentaban en sillas al margen pero a la vista los músicos cuando no participaban en la pieza, ora los bateristas, ora los contrabajistas…).

Su actuación cursó tan ondulante como las luces que subían y bajaban de intensidad iluminando a los espectadores y músicos del tablado entero. Lurpekariak arrancaron atávicos y sin prisas a lo Wayne Shorter ('Lehen agurra'), y el scat vocal fue más allá de la tradición jazz de la vocalista bilbaína Itxaso (bien 'Banango zaharra'). Nerea entonó premeditadamente atona y cuasi desafinada en 'Ez duzu zereginik', adaptaron al canónico arqueólogo musical Juan Mari Beltrán con la heterodoxia que les caracteriza ('DRNBL', o sea 'Durunbele') y quizá alcanzaron su cenit en '116', con las baterías protagonistas y la trompeta muy sincopada, muy New Orleans.

Y ya hasta el adiós tuvimos tragedias solemnes ('Soldadu desertur baten khantoria', sobre un soldado vasco en la Guerra Franco-Prusiana 1870-71), gradaciones étnicas ondulantes que transitaron por cantos guerreros aparentemente aindiados ('Sagardantza'), más ambientaciones crecientes ('Zakur bat dabil II') y el epílogo con 'Irrintzi' y el público, tan formal, participando en el citado crisol percusionista tan surrealista del final.

Cuando se quiten los nervios del estreno, Lurpekariak van a romper la pana. Atentos a su actuación de este sábado 17 en Ermua (Lobiano, 20 h, 8 €).