DE 2 en Blues Band es un grupo de primera. De Primera División, y dentro de dicha categoría, de la parte alta de la tabla. Un grupo de zona Champions: así lo corroboraron el viernes 27, protagonizando un incontestable concierto con motivo de la presentación de su nuevo CD. Tirando desde distintos frentes la casa por la ventana, dando lugar a una actuación de auténtico lujo, a la vista del repertorio brindado y de la alineación presentada: con los seis integrantes del equipo titular, Miguel, Mariano, Patxi O'Clock, Skualo, Sergio y Alfredo, lujosamente reforzados para la ocasión por un trío de vientos, The Broken Horns, y por una pareja de coristas… inconmensurables todos ellos. Por cinco músicos adicionales que, además, en ningún momento se limitaron a ser comparsas del sexteto, contribuyendo decisivamente al engrandecimiento del hecho musical. Bueno. Bien. Siendo conscientes del nivel atesorado por De 2 en Blues Band (tantísimas ocasiones demostrado desde que en 1990 comenzara a fraguarse el proyecto), sabemos que lo que acabamos de decir es mucho decir, pero aun habiéndolo pensado en frío, habiendo reflexionado sobre el tema horas después del concierto, no nos desdecimos de lo dicho. Y todo ello en una noche, sobre el papel, difícil en lo referido a lograr una buena asistencia de público, cosas de la inusual bonanza meteorológica o de la coincidencia con San Fermín Txikito: razones de más para que haya que dar necesariamente por buena la asistencia.
Estratégicamente dispuesta sobre el escenario la, si se nos permite, pequeña bigband (batería y teclados a ambos lados, frente a frente, sobre sendas plataformas, lo mismo que, rematando el mismo, coristas, sección de vientos y bajista, quedando en primera línea vocalista, guitarrista y armonicista), los músicos plasmaron a la perfección su habitual concepción del blues, abierta, colorista; abiertamente marcada y coloreada la presente noche tanto por el toque de soul aportado por los vientos como por el regusto negroide brindado por las coristas, ganando sugerentes matices la esencia de las composiciones. Su evidente alma de blues, género que, tocado por semejantes maestros, en ningún caso hizo bueno tópicos como los que relacionan dicha música con la melancolía y la tristeza: mostrándose de lo más vivaz y vitalista de manos de las afortunadas vueltas de tuerca que acertaron a dar a todas y cada una de las composiciones, denotando, en suma, ingentes dosis de energía positiva.
Acerca de las mismas, diremos que lucieron densas y ágiles a un tiempo, con la masa corporal de cada una perfectamente redistribuida: fibrosas, sin grasas de más y con la musculatura en su punto, esto es, sin estridencias ni michelines, dando lugar los músicos a un refrescante mar sonoro cuyo cadencioso oleaje, a juzgar por los aplausos, resultó del total agrado de los presentes: unos músicos entre los que, sin ánimo de desmerecer a nadie (misión imposible, al igual que reseñar el buen hacer de todos), destacaron Skualo, con sus dedos corriendo con su consumada maestría tras las teclas; tras los teclados. El incombustible Miguel, manteniendo voz, timbre y actitud tantísimos años después, y Mariano y Patxi, haciendo de las suyas todo el tiempo. Cositas buenas de las suyas, poniendo las notas de color al hecho musical global.
A la música de una banda, De 2 en Blues Band, que en medio de una excelsa pulcritud sonora; de una excelsa y bendita pulcritud, volvió a dejar claro qué es el blues para ellos: su manera de vivir. De sentir. De vivir y sentir tanto la música como la vida en general. Una noche más, de primerísima división.