El grupo guipuzcoano Arima Beltza se acerca al rock americano en su tercer disco, ‘‘Mundurako ateak’’
Andrés Portero Bilbao
Mundurako atea (Gaztelupeko Hotsak) supone su acercamiento «al rock americano más que al blues», según el líder de Arima Beltza, Ion Gurrutxaga, batería y cantante de unos textos que expresan en euskera «nuestro mundo de experiencias y sensaciones».
Arima Beltza surgió en Elgoibar, en 1997, y su arduo trabajo de directo ha permitido a este grupo ‘‘de pueblo’’ y que ha bebido «de clásicos como Led Zeppelin, B. B. King, Robert Johnson y John Lee Hooker», llegar estos días a publicar su tercer disco, el de mayor nivel de su incipiente y excitante carrera.
Mundurako ateak se grabó en los estudios Lamiña, de Natxo Liberty, en Mungia, en agosto de 2005. «Trabajamos con Natxo durante veintitrés días y su trabajo de grabación, mezclas y masterización ha sido tremendo. Estamos muy satisfechos con el sonido del álbum, la producción es impecable y las canciones suenan más redondas», destaca Gurrutxaga, líder, vocalista y también batería en estudio, aunque en directo es sustituido a las baquetas por Elur Arrieta.
Sonido beltza
Los Arima suenan cada vez más ‘‘beltza’’, como prueba su nuevo álbum, en el que las influencias blues del principio de su carrera está siendo sustituidas, progresivamente, por los pasajes de corte más rockero y setentero.
Los de Elgoibar se han acercado en este disco al rock norteamericano más negro, aunque también se lucen en pasajes de tempo medio y aires soul como ‘‘Joan da’’ y en cortes como ‘‘Jaixa’’, donde se baila con sus bases funk. «Es nuestro disco más rockero, sin duda, muy en la onda años setenta. Ahora tenemos un poso más rockero, aunque también hay pasajes con mucho y buen blues», según Gurru.