Piris en el Piper’s, en paralelo su mástil con los drones de la gaita del mural (foto: Carlos García Azpiazu).
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Decíamos en el post previo que este último resultó un jueves pluvioso
pero bien aprovechado por nosotros con dos conciertos en Getxo
compatibles de horario y con el metro en funcionamiento. Dos bolos de
música negra bien asimilada que conectaron con el público, escaso y
atento en el auditorio de Romo ante la bailonga Afrika Bibang (lo
narrado en el post previo), y nutrido y dividido entre los bebedores y
los espectadores ante el experto Iker Piris en solitario en el pub
irlandés Piper’s de Algorta.
Contentos y más que satisfechos tras la sesión de Afrika llegamos a
la estación de metro de Las Arenas cuando justo entraba por el túnel el
convoy, y con margen de sobra llegamos al pub Piper’s de Algorta, donde a
las 8.39 arrancó su recital en todos los sentidos (además de
ser un bolo en solitario lo del recital lo escribo por su voz fornida
similar a la de los negros estadounidenses urbanos de los 40-50, su guitarra electroacústica Hoffmann de 1953,
y su dominio del público: de quienes le hacían caso y de los que no, en
total entre 70 y 100 almas), su concierto en solitario de 20
piezas en 95 minutos. Casi todo el repertorio discurrió en inglés
(‘Guantanamera’, en el bis, fue el único tema en castellano, y cayeron
algunos instrumentales), y la mayoría de títulos originales, aunque hubo
versiones de Muddy Waters y dos de Elmore James (estas tres
consecutivas y con Iker frotando la slide), el ‘Give me back my wig’ de
Hound Dog Taylor, ‘Roll, roll, roll’ de Guitar Junior, un par de
instrumentales seguidos de onda ragtime, o una de Blind Lemon
Jefferson, de quien informó el actuante: «voy a contextualizar, años 20
(del pasado siglo, sí), negro, ciego, esclavo, veinte centímetros…».
Azpiazu atento al bluesman de Tolosa (imagen de móvil: O.C.E.).
Profesor de guitarra que domina las seis cuerdas y es capaz de bajar
en un instante la intensidad para implicar al público y de pasar en un
chas del ritmo al punteo, y vocalista tolosarra dotado de una
profundidad vinculada a los recolectores de algodón de Alabama (por
ejemplo), Iker Piris, que no para de dar conciertos con distintas
bandas, elaboró el blues como el Jimmy Reed saltarín, dibujó el boogie
(quizá fue un instrumental el ‘Ike’s boogie’ de Ike Turner, el marido
cabronazo de Tina Turner), cantó el rock and roll en plan Los Fabulosos Thunderbirds, sublimó el blues campero, estrenó
una canción que grabará en el segundo disco de su
grupo Iker Piris & His Dual Electras (un soul titulado ‘Looking out
my phone’ e igualito a Eli Paper Boy, o sea calculen el
vozarrón y la verosimilitud o autenticidad), y eso, el bis fue el
guajiro ‘Guantanamera’ al que colocó codas de guitarra jazz, pues Iker
Piris es licenciado por el Musikene donostiarra, el Conservatorio
Superior de Música del País Vasco.
Ah, al acabar el concierto vendió varios de sus CDs, señal de que fue un recital que trascendió lo hostelero.
ÓSCAR CUBILLO