Tremendos músicos y, sin embargo, amigos
Hasier Oleaga triunfa con su proyecto cantus caterva en una plaza de la trinidad que vivió una excelente noche pianística
Iturria: | Noticias de Gipuzkoa |
Eguna: | 2012/07/24 |
Juan G. Andrés
LA historia de la música está repleta de bandas cuyos componentes se odian con locura: cada noche suben al escenario y hacen su trabajo con aparente profesionalidad, aunque algunos ni siquiera disimulan la indiferencia o el desprecio mutuo que se profesan. Luego están los grupos que se llevan razonablemente bien -se supone que la mayoría- y en el extremo opuesto al primer caso se sitúan aquellos intérpretes unidos por la música y también por una sólida amistad.
Precisamente, la camaradería y la admiración mutua han congregado a un increíble combo de músicos vascos en torno a Cantus Caterva, el primer proyecto (y disco) como líder del batería Hasier Oleaga. En una plaza como la de la Trinidad, acostumbrada a que los artistas hablen en inglés, el joven bilbaino se dirigió al público en su propia lengua. "Hau neure taldea da, neure musika, Hasier Oleaga naz", se presentó antes de emplearse a fondo con baquetas, mazas y escobillas para ofrecer un precioso recital de jazz melódico y cálido en compañía de un equipazo de all-stars: Iñaki Salvador (piano), Mikel Andueza y Julen Izarra (saxo) y Jon Piris (bajo). Conclusión: si un meteorito hubiera caído el domingo en la Parte Vieja, habría arrasado en el acto con parte esencial de la vanguardia del jazz vasco.
Atrincherado con su batería tras una pantalla transparente, Oleaga ejerció de discreto y generoso líder de una banda que no escatimó en miradas cómplices, hacia dentro y fuera del escenario, señal inequívoca de estar tocando entre y para amigos. En clave clásica y acústica, fueron desgranando composiciones como Ziriña, Udantza, Denbora barik, Erakusleihoa ispilu, Eskola loka o Mamu susmoak, con hermosos dúos de saxo, algún solo de bajo y apuntes de teclado que aportaron un toque eléctrico a alguna composición. La batería no adquirió un protagonismo especial -Oleaga no es amigo de individualismos- y como ocurre solo en contadas ocasiones, el público sintió que la cuadrilla de la melodía (Cantus Caterva en latín) estaba disfrutando de verdad.
Es una buena noticia que el escenario noble del Jazzaldia se abra a uno de nuestros músicos con mayor proyección y que lo haga por los méritos propios del protagonista y no por cumplir ningún tipo de cuota vasca. La capacidad de Oleaga -ha tocado con Mikel Laboa, Iñaki Salvador y Ruper Ordorika- queda fuera de toda duda y su Cantus Caterva estuvo a la altura de la estelar exhibición pianística que vino después. En el capítulo de "acción de gracias", el baterista se acordó de sus allegados y de la organización del festival, y fue generoso en elogios para sus "compañeros de batalla". "Tremendos músicos y, sin embargo, amigos", bromeó antes de regalar un bis por aclamación popular, algo nada habitual en los grupos que abren las sesiones dobles de la Trini.
Hasier Oleaga, el domingo en la plaza de la Trinidad. (Javi Colmenero)