“Desde hace años en la balanza ha mandado el tocar para otros; quiero equilibrarla, necesito mi discurso"
Siempre ha decorado con sus melodías hogares ajenos. Ahora se torna anfitrión. ‘Gere’ abre las puertas de ‘La gran casa’ de su música para presentar al bajista que ha bebido de todas las cuerdas. Invita a un disco con nueve tragos de su propia historia. Una historia que da comienzo.
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Eguna: | 2010/04/22 |
David Mangana
josé agustín guereñu 'gere' bajista y compositor
¿Cómo se lanza 'Gere' a la música?
Empecé a tocar con 16 años. Me apasionaba. Era el típico chaval de la cuadrilla que escuchaba mucha música, que se sabía el nombre de todos los grupos. Uno de mis amigos vio un anuncio y me dijo 'ahí te tenías que presentar tú'. Y, sin tener ninguna idea ni formación, me presenté. Buscaban bajista. En realidad no sabía ni cuál era ese instrumento. Ensayábamos en una casa, yo con una guitarra española con las cuatro cuerdas graves la afinación es la misma, el batería tocando con las baquetas sobre el sofá... En la primera actuación no recuerdo si nos dejaron instrumentos o estaban allí. Era un festival que se hacía en la discoteca Elefante Blanco. Y me empecé a meter en el bajo, escuché Weather Report, a Pastorius, y ya me enamoré del instrumento. Llegué tarde, pero desde el principio empecé a estudiar mucho. De forma autodidacta, pero bien.
Metiéndole horas...
Eso es. Ahí empecé mi formación. Hice verbenas durante años, con orquestas de Vitoria, y me interesé por el jazz. Empecé a tocar con Ángel Celada, hicimos el grupo La Noche. A raíz de eso empecé a conocer otros circuitos, otra gente, empecé a tocar con la Orquesta Mondragón, con Joan Baez...
¿Estudió en alguna academia?
En casa. Siempre he sido autodidacta. Lo que sí hice es estudiar de forma muy ortodoxa. Dentro de lo perdido que puedes estar estudiando así, me puse las pilas, con horarios. Estudiaba mi rato de armonía, de técnica, de improvisación, de escuchar música, de análisis...
Una universidad 'a no distancia'...
Exactamente, organizada por mí mismo. Yo era el profesor, el rector, el alumno. Todo.
Se abroncaba y se felicitaba...
Además de verdad.
¿Y no se hace un poco duro?
Pues, no sé. Quedan lagunas, cosas básicas que, de repente, descubres muchos años después. De eso sí me he dado cuenta. Sin embargo, también ha habido otros conceptos en los que hacer ese esfuerzo, sacar la música de los discos, te da otro tipo de formación que en las academias ahora sí existe, entonces no es muy difícil transmitir. Con lo cual también tiene su parte positiva.
Desde luego, se consigue un sonido mucho más personal...
Sí. Luego, por ejemplo, en el tema de solfeo y lenguaje musical lo que hice es ir donde una vecina con la carrera de piano y le pedí que me explicara los conceptos básicos.
¿Ésta es su primera experiencia de disco en solitario?
Proyectos que haya considerado míos, grabados, sólo La Noche. Pero en solitario, con mi música, con mis composiciones, es la primera vez.
¿Y cuál es 'su' música?
La verdad es que he tocado mucho. Rock, pop, folk, jazz, blues... muchas cosas diferentes. Como oyente, me gusta mucha música, y, como músico, tocar muchos tipos de música.
Igual que a los 16 años, vamos...
Me gusta mucha música diferente. Más que por estilos, dentro del jazz esto sí y esto no, dentro del rock un grupo sí y otro no... Puede haber un músico que te guste en un momento de su carrera y en otro no te emocione tanto. En el disco he plasmado muchas influencias. Si fuera una novela sería muy autobiográfica. Se llama La gran casa y el paralelismo es una casa que restauramos, donde viví nueve años, en Salinillas de Buradón. Es la excusa para un disco sobre una época que, por así decirlo, ha pasado. Temas que, en su mayoría, he tocado durante años con diferentes formaciones. Es un disco que tenía que hacer.
Sale de sus tripas...
La sensación es que ahora mismo me pondría a hacer una cosa diferente, pero no podría hacerla sin haber hecho ésta. Probablemente tendría que haberlo editado mucho antes, pero he tenido que trabajar.
Mucha gente da dos conciertos y ya quiere grabar un disco, y eso también puede ser perjudicial...
Cuando uno saca un disco es porque lo tiene que sacar. Cada uno ve su momento. A mí me hubiese gustado sacarlo antes, lo que pasa es que yo me dedico a tocar para uno, para otro y toco madera para que siga así he tenido mucho trabajo. Por eso no he podido sacarlo antes, aparte de la inversión, a pesar de que me han ayudado muchísimo los compañeros que han trabajado en él. Si no, hubiera sido imposible. Por eso es un disco de muchas influencias, de fusión, de jazz, hay improvisación, hay carácter de rock en el sonido, y en el trabajo de post-edición hay también mucha filosofía pop. Y luego hay influencias desde la música latina hasta puntos flamencos. Un poco de todo.
Con tanto tiempo en la música, con tantas composiciones, también se habrán quedado mil cosas fuera...
Sí, sí, sí. Tengo muchas composiciones. En el disco son todas mías menos unas danzas tradicionales. Hice un arreglo para Kepa Junkera, hace veinte años, porque quería hacer un disco de danzas vascas con arreglos modernos. Al final se quedó en el tintero y, como este arreglo me gustaba mucho, decidí recuperarlo. Por eso también, cuando decidí grabarlo, le llamé a Kepa y le pregunté si le apetecía tocar, porque lo coherente era invitarle. Y lo hizo, con un resultado muy bonito.
Decía que si fuera novela sería autobiográfica. Y, si fuera pintura, sería una retrospectiva...
Sí. A los músicos del disco, en su mayoría, los he conocido trabajando para otros. Tocando con Alejandro Sanz, con Luz Casal. Músicos como Nathaniel Townsley, batería de Joe Zawinul y Ricard Bona, que está en cuatro temas. Coincidí con él trabajando para Alejandro. Enseguida tuvimos conexión, buena química, y se ofreció para participar en el disco cuando escuchó la música. No pude decirle que no (risas).
Se cierra el círculo con sus adorados Weather Report...
Todo vuelve en ese sentido. Es un disco con músicos que, sobre todo, son amigos. Y además me parecía que eran los ideales para cada tema, para cada historia. Es un disco sin ningún condicionamiento. Es lo que yo quería hacer y como lo quería hacer, sin pensar en 'si hago tal estilo igual lo escucha más gente'.
Porque a 'La gran casa' uno invita a sus amigos...
Exactamente, a casa no se invita a cualquiera, tú lo has dicho.
¿Hay un núcleo duro de músicos?
No. Varía bastante. Hay tres baterías, Nathaniel Townsley, Enzo Filippone y Tino DiGeraldo; cuatro teclistas, Alfonso Pérez, José María Cortina, Fran Rubio y Miguel Ángel Collado; en guitarra Michael Ciro (Alicia Keys), Paco Rivas, José Antonio Rodríguez y Carlos Camarasa; el percusionista Luis Dulzaides; la txalaparta de Ion Garmendia e Iñaki Plaza; los saxofonistas Jon Robles e Iñaki Arakistain; el trombonista Carlos Martín; Kepa; y el bajista Armand Sabal-Leco. Santi Fernández ha hecho una mezcla en 5.1 maravillosa. Hemos trabajado codo con codo.
Hay una corriente de músicos 'de batalla' del pop que luego tienen esa inquietud jazz o experimental...
Sí existe. Yo la he tenido desde siempre por esta música, por componer. Algunos de estos temas los toco desde hace quince años. Otros son más modernos. He hecho garitos y algún festival pequeño, porque tampoco tenía disco para acceder a cosas más grandes. Como ahora la música está en crisis, es difícil tener tus proyectos, pero el cuerpo te lo pide. Yo necesito estudiar, componer, evolucionar. El mundo de la improvisación... Aprendo mucho tocando para otros artistas, pero no da tanto margen a improvisar. Y a mí me gusta la creatividad. Es como si fuera un actor de cine. Cuando toco para otra persona me sitúo en lo que él siente, en sus valores, en sus influencias, en su sonoridad. Veo su proyecto e intento poner mi parte, pero consciente de que estoy al servicio de su música. Sin embargo, aquí es como si estuviera dirigiendo yo la peli. E interpretándola.
'Euskal dantzak', 'Salsa de Buradón'... este disco huele a aquí...
Buradón es un pueblo pequeñito, pero con mucha salsa. En realidad es un cha-cha-cha. El percusionista cubano me echaba la bronca. Pero se llama así por la salsa que hay a veces en sitios pequeños.
¿Y por qué en versión 5.0?
Me llama la atención que en la industria de la imagen cada vez hay más calidad. Se ofrecen pantallas con más definición, todo el mundo tiene un home cinema, dentro de poco tendremos 3D en casa... Sin embargo, en la industria del audio, hemos ido a menos. Entre el vinilo y el CD, del analógico al digital... puedes posicionarte a favor o en contra. Pero del CD al MiniDisc, del MiniDisc al Mp3, del Mp3 a... ahora los chavales la escuchan con el móvil, en el cual se pierden muchas frecuencias. Hay instrumentos que directamente no se oyen, por ejemplo el mío, el bajo...
Y el oído evoluciona a peor.
Es como si vas a ver una exposición y delante del cuadro te ponen un cristal traslúcido. ¿Por qué la industria del audio ha ido a menos en este sentido? Cuando no es más caro. Por ejemplo en el disco el 5.1 va en CDRom, no es ni siquiera un DVD. En cualquier home cinema se escucha. La música en estereo está bien, pero el 5.1 te puede dar una dimensión diferente. Hemos hecho mezclas en las cuales la batería está por delante, la percusión por detrás, y tienes la sensación de estar en medio del local, entre los músicos. No entiendo por qué la música no sigue por ahí. No es tan difícil ni tan caro. Sólo hay que hacer otra mezcla. Yo lo he podido sacar gracias a la colaboración de Santi, que cree en eso y le gustaba. 'No te preocupes que esto lo vamos a hacer'.
¿Cuándo lo presentará?
No hay nada concreto. Ni manager ni nada. Tengo que partir de cero, hablar con la gente del sello... El objetivo del disco es tocar todo lo que pueda. Lo que me apetece es tocar, y que el disco sea la tarjeta de presentación, como antiguamente. No buscar el negocio del siglo. Además en esta música, obviamente, no lo va a ser. Todo lo contrario más bien. Pero que me sirva para poner más energía a mi proyecto. De unos años a esta parte, la balanza ha sido en un tanto por ciento muy grande trabajar con otra gente, y lo mío cada vez en huecos más pequeños porque no me quedaba tiempo. Ahora quiero ver si puedo lograr que la balanza se equilibre. Me encanta tocar para otros, pero necesito...
Tiene que respetar su...
Mi discurso.
Desde joven oía mucha música. ¿Cómo la tiene compartimentada?
Tengo las cintas de cassete, que es donde he escuchado más música, en casa. Algunas las he comprado luego en CD. Tengo vinilos y a veces monto el plato, pero cuando hice el estudio lo tuve que quitar. Tengo todo repartido, deslavazado. Ahora tengo también mucha música almacenada en disco duro... Todo muy desordenado. Y a veces me da rabia, porque quiero buscar un disco y no sé ya si lo tengo en vinilo, en cinta, en disco duro o si está en el desván de... Tengo que tener mucha música, pero no sé dónde.
¿Y qué escucha últimamente?
Pues me gustan John Mayer, Johnny Mitchell, Wilco... En jazz estoy escuchando mucho los clásicos por el Ondas de Jazz, que me obliga a meterme sesiones de escucha realmente grandes. La verdad es que este programa me está suponiendo, al ser autodidacta, ordenar mucho los conceptos. A mí me gustaba un disco, pues lo sacaba con el bajo. Pero lo mismo podía empezar escuchando Pastorius y el siguiente era Ellington con Ray Brown. Y luego otra más antigua y luego rock... Esto me da la oportunidad de ordenar y aprender mucho, porque montar tantos temas de conceptos diferentes, tocarlos con cada músico... Cada concierto es una banda diferente y sin casi posibilidad de ensayo, lo que nos obliga a mucha concentración, es un ejercicio buenísimo, como una universidad.
Un master de la universidad 'Gere'...
Sí, sí.
"Del solfeo y el lenguaje musical, una vecina con la carrera de piano me explicó lo básico"
"Es un disco con músicos que, sobre todo, son amigos; e ideales para cada tema"
"Cuando toco para otro lo veo como si fuera un actor; estoy al servicio de su música"
"Lo que me apetece es tocar, que el disco sea la tarjeta de presentación, como antiguamente"
Siempre ha decorado con sus melodías hogares ajenos. Ahora se torna anfitrión. 'Gere' abre las puertas de 'La gran casa' de su música para presentar al bajista que ha bebido de todas las cuerdas. Invita a un disco con nueve tragos de su propia historia. Una historia que da comienzo.